Como costumbre busque una hoja y un papel pensando que escribir, así pase bastante tiempo solo viendo una hoja en blanco. Hasta que me decidí:
Me intriga que me mire y me llame tan delicadamente por mi nombre y de esa misma manera, falsamente sienta que me guste, extraño saber y pensar en el amor, no por despecho si no, por sentirme vivo.
Las puertas están abiertas esperando que marque el camino con las suelas de mis converse y guíe a mi sombra a través de las huellas que voy dejando al desplazarme en el espacio, mientras voy cortando sin mucho esfuerzo el aire que gira y golpea mi cuerpo.
En ese trayecto que se hace un infinito solo transcurre unos pocos segundos que hasta podría denominar un instante de tiempo.
Una imagen que repentinamente se proyecta en mi cabeza como en una sala de cine, es estar abrazando contigo y sentir que correspondes al mismo sentimiento con una sonrisa sarcástica, engañosa, maliciosa llena de odio, inspiradora con un aroma enloquecedor, que me encanta y fascina aspirar.
Quiero tocar esas curvas de guitarra y pasar suavemente mis manos por esas tensas y afinadas cuerdas, entonar una canción dedicada a ti viendo las brillantes y palpitantes luces que acompañan a la luna.
Quizás así me enamore profundamente y me alimente de la armonía de las notas que voy tocando al acariciar suavemente las curvas de tu guitarra.
De una u otra forma ver semejante y maravillosas curvas desequilibran mis cinco sentidos, mucho más aun cuando nuestros cuerpos se entrelazan y pierdo el control total de mi cuerpo, formando un gran sistema de amor solo con un simple y sencillo abrazo.
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