Extraño que la mosquita se haya desaparecido sin marca los pasos de su rumbo, las luces nocturnas del teléfono celular son parte mi vida cotidiana.
Muchas actividades que realizar y mi imaginación en otro lugar, la música relaja mi mente, mis odios y espíritu.
Algunas veces me ha pasado que me quedo sin ideas, pero así como se van vuelven y fluyen como el agua, no siempre escribir una poesía o una reflexión me llena pero si ayuda a que los demás se nutran de las pocas enseñanzas y del amor que les inyecto a cada una de ellas, de ese amor que no se ve, pero si siente de él si me alimento.
Quisiera que la poesía y el amor se extendieran como el viento y llegaran a todos los rincones de tu corazón, y que las raíces de su amor se enterraran en tu cuerpo para que en tu vida crezca el fruto más grande de todos, el amor, el amor mío que te haga tan dulce y suave, fuerte y débil, sensible y delicada, apasionada y tenaz.
Porque cada vez que veo tu hermoso semblante, se me eriza la piel y los nervios se apoderan de mis cuerdas vocales, que en complot se junta con mi voz para escucharse sin sinfonía.
Se convierten en nada las ideas y como una fuente de agua se vuelve mi boca, las ganas de tenerte en mis brazos y apretarte fuerte y delicadamente se hacen una odisea en mi cabeza.
Porque el amor mío es el alimento que ofrezco rendido a tus pies, los de una princesa de un mundo maravilloso y fantasioso que solo existe en mi corazón.
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