Las frustración e impotencia se ve reflejada en los semblantes de millones al ver sus sueños morir por el opresor, la ira se apodera sin piedad y el déspota golpea fuertemente, la razón se desvanece y como borracho sin control, ni consciencia continua haciendo daño.
El látigo del intolerante lanza sin temor, mientras esboza una sonrisa sádica al humillar y devastar la piel de quien dice ser su enemigo, su furia no siempre es espontanea pero si muy indisciplinada, no tiene ninguna ética, valores morales o respecto por su sometido, el infligir suplicio y llanto es su verdad, aparece y desaparece siempre dejando un rastro de su estrago en su camino por la aflicción.
Siempre dice tener la razón en su acción, alzando su voz con gran afán y vigor buscando perseverantemente intimidar, y ejecutar su maldad como verdugo del pueblo.
La violencia es la mejor arma del abusador para demostrar que no tiene juicio y utiliza sus artimañas con el fin de conseguir sus objetivos, sin justicia, por la fuerza del dolor y sufrimiento sin importar la sangre y muerte desperdiciada por su ego.
Cualquier tipo de violencia debe ser combatida con paz y justicia, la educación es un factor fundamental en la sociedad para contrarrestarla y evitar el baño de sangre que se ven a diario en muchas ciudades a través de la agresión y la vehemencia hacia el afín, malas políticas influyen en su desarrollo pero una excelente formación académica acabaría con ella.
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