Aunque nunca hayas sido mía, aunque nunca haya sido tuyo, la piel se me erizaba en la presencia de tu olor. Esbozar una sonrisa para ti ya era natural, algunas veces los nervios me traicionaban por lo hermosa que te veían mis ojos, una doncella, una princesa en belleza.
Preferiste el amor del capricho que uno de fidelidad, la muerte de ese amor cambio tu vida y también la perturbo. El silencio acompañado del ignorar es un arma letal que termino de asesinar la amistad implícita existente apretó los cabos sueltos y le dio un remate de funeral a esa historia, un drama de película, la crónica de una muerte anunciada.
El misterio siempre te acompañaba y como un jaque pastor siempre todo terminaba pronto, en unos veinte minutos en un autobús de la universidad hasta su parada mas unos cinco minutos de caminata donde el habla era inevitable.
La distancia se hizo cada vez mayor como la luz que viaja a través del espacio y con un hilo se rompió para coser el camino recorrido y ponerle un punto y final.
Y mientras tanto mi corazón agonizando, respirando sin aliento te llamaba y se despertaba latiendo fuertemente por las noches al despertar de un sueño frío donde eras la protagonista de mi novela.